Creada: 21.05.2010 11:39
Última actualización: 21.05.2010 11:39
Elizabeth Heilmeyer comenzó su particular "batalla de los cielos"el
mismo día en que sufrió, el 31 de mayo de 2003, un accidente
practicando, precisamente, su mayor pasión: vuelo sin motor en la
Escuela de Vuelo Senasa de la localidad toledana de Ocaña.En aquél
accidente, Heilmeyer quedó parapléjica, mientras que su compañero de
vuelo tuvo la fortuna de resultar ileso. Ambos cayeron a tierra cuando
falló el mecanismo que impulsaba el aparato, hoy sustituido por el
remolque desde avionetas.
Pese a que, en una entrevista con EFE, dice por
tres veces que lo pasó "muy mal ", Heilmeyer inició su peregrinaje por
los despachos de Aviación Civil para recuperar la licencia de vuelo que
perdió a raíz del accidente y que al final obtuvo por la única vía que
la quedaba ante tantas "reticencias", la judicial.Paradojas de la vida,
la propia Heilmeyer, antes de su accidente, fue testigo de la llegada a
la escuela de vuelo de un avión adaptado para que la gente con
discapacidad motora pudiera volar."Me pareció una idea perfecta, pero
jamás pensé que algún día podría necesitarlo ", afirma.
De hecho, estando
convaleciente en el Hospital de Parapléjicos, Heilmeyer aprovechó un fin
de semana libre para hacer su primer vuelo desde el accidente, "tan
contenta y feliz", y eso le trajo a la memoria los buenos momentos de
antes y empezó a mejorar su estado anímico, dice."En el aire todos somos
iguales, en el aire no me acuerdo de que no puedo mover las piernas, de
un ascensor que no funciona o una rampa que es tan empinada que tengo
que pedir ayuda para subirla ", afirma Elizabeth agarrada a su "velero ",
enfundada en la chupa de una enfermera de Vietnam y con el brillo en los
ojos.
Las personas con movilidad reducida en tierra "disfrutamos creo
que mucho más "en el aire y ahora, afirma, "valoro muchas cosas en la
vida, y vivo de forma, sin duda, bastante más intensa ".
Empleada en
Aldeas Infantiles y hoy colaboradora como traductora por mor de su
accidente, Heilmeyer fundó la asociación "Las Sillas Voladoras "con el
objetivo de lograr que las personas discapacitadas puedan obtener la
licencia de vuelo.La asociación tiene hoy 32 socios, de los que una
docena son personas con discapacidad y de ellos, Heilmeyer calcula que
unos siete quieren obtener la licencia y que, como ella hasta ahora,
llevaban años de fútiles intentos ante Aviación Civil.
Heilmeyer dice que
"en prácticamente todos los países europeos, y en Estados Unidos la gente con discapacidad motora puede volar ,
no solo planeadores, sino avionetas, ultraligeros; en Francia incluso
hay dos pilotos comerciales parapléjicos ".Estos argumentos no
convencieron al principio al equipo de medicina aeronáutica de Aviación
Civil, que le daban largas, hasta que Heilmeyer optó por otra vía más
resolutiva. Ella y un amigo abogado y también piloto de ultraligeros y
avionetas recopilaron toda la documentación que regula este tema en los
otros países e iniciaron un contencioso con Aviación Civil. La solución vino al cabo de casi siete años, cuando a comienzos de este mes recibió por correo su ansiada licencia de vuelo. Heilmeyer
dice que nunca renunció a su empeño, a pesar de que sus amigos le
animaban a que se fuera a Alemania, donde obtendría la licencia sin las
trabas que le ponían en España, porque afirma que tenía "una obligación
moral con este país "."En todos estos años que he vivido en España he
sido muy feliz; la gente me ha tratado muy bien y después del accidente
se han volcado. Tenía clarísimo desde el primer momento que por eso
tenía que luchar aquí y estoy orgullosa de haberlo conseguido ",
afirma.
Ahora, tiene muy claro lo que busca desde su asociación: seguir
luchando "para que la gente que quiera sacarse la licencia de
ultraligeros o de avioneta, o algún día de un avión comercial, le den
esa posibilidad", afirma.
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