Como Lorenzo muy bien explica,
nos enorgullece el ejemplo de Lorenzo por como su energía y ganas incesantes,
han conseguido que entre todos seamos como un ejército de hormigas que se ayudan
entre ellas y consiguen mover montañas siendo pequeñas pero desmostando tener
mucha fuerza....
Desde siempre he querido ser piloto pero mi discapacidad
me impedía realizar este sueño. Tengo secuelas de polio en las dos piernas y me
desplazo con muletas. Desde que recuerdo siempre me he comprado revistas,
libros, maquetas y cualquier cosa relacionada con la aviación y he asistido a
cuantos festivales aéreos he podido.
Estaba ya mentalizado a que nunca podría volar ya
que no se nos permitía a las personas con discapacidad. Pero en el año 2010
casualmente conocí la web de Sillas Voladoras. Ahí me enteré que gracias a la
gran labor realizada por Elisabeth Heilmeyer (Presidente de Las Sillas
Voladoras) nos quitaron las limitaciones legales para poder volar en velero. Además
gracias a la ayuda de Inaki Ulibarri (socio fundador de Las Sillas Voladoras),
instructor en le escuela de Senasa para vuelo sin motor de Ocaña, la escuela disponía
de un velero adaptado.
Después de hablar con Elisabeth me apunté como
alumno a la escuela de vuelo sin motor de Senasa en Ocaña en Julio de 2010. Por
fin iba a ser piloto de planeador o por lo menos eso pensaba…
En octubre de 2010 de ese mismo año tuve un
problema en el corazón y me retiraron el certificado médico sin el cual no se
puede ser alumno y por lo tanto optar a conseguir el título de piloto. ¡Mi
sueño había durando 3 meses! Después del desánimo inicial y gracias a Elisabeth
otra vez, me puse en contacto con Gregorio Toledano. Gregorio es un abogado
especializado en temas aeronáuticos (socio de Las Sillas Voladoras y quien
también ayudó a Elisabeth en la lucha para que las personas con discapacidad en
España tuviéramos nuestros derechos como piloto) pusimos una reclamación ante
AESA y conseguimos que me devolvieran el tan añorado certificado. Fue un
proceso bastante largo y laborioso pero lo conseguimos aunque nos llevó dos
años. Debo decir que el mérito es más de Gregorio que mío.
Sin embargo el certificado médico venía con un par
de limitaciones. Por una parte tendría que hacerme una serie de pruebas médicas
bastante extensas y por otro lado tenía que volar siempre con piloto de
seguridad. La cuestión era ahora: ¿dónde me hago yo estas pruebas? No tenía ni idea. Gracias a Carlos de Albert,
el segundo piloto con discapacidad (Vicepresidente de Las Sillas Voladoras) contacté
con el centro médico Creu Blanca, donde me hice las pruebas y todo salió
perfecto. La única pega es que este centro está en Barcelona y yo vivo en
Madrid pero en fin, no se puede pedir todo. Al final del 2012 tenía el
certificado y podía seguir con el curso de vuelo.
En el año 2013, cuando me tocó otra vez renovar el
certificado médico conseguí que me quitaran la limitación de piloto de
seguridad. Ya veía la luz al final del túnel, después de 3 largos años. Realmente la luz al final del túnel resulto
ser la ambulancia que me llevaba al quirófano del hospital tras romperme el
fémur izquierdo en las oficinas de la empresa donde trabajo. Esto me costó siete
meses de baja en los que lo pasé bastante mal pero en ningún momento se me pasó
por la cabeza dejar de volar.
De nuevo en pie, sin embargo la alegría fue breve, ya
que los siete meses de baja me hicieron perder mucha masa muscular y al andar
con muletas, me lastimé los dos hombros. Tenía unos dolores tan intensos que no
podía ni moverme. Otra vez ronda de médicos, rehabilitación y mucho descanso
físico. Por suerte mi empresa permite el trabajo desde casa, con lo cual tengo
que andar más bien poco. Con este descanso los dolores remitieron bastante y así
sigo hasta ahora.
A mediados de 2015 regresé una vez más a mis clases
de vuelo, y el 26 de Noviembre de este mismo año, aprobé el examen teórico y
práctico. Ahora después de este largo camino, soy piloto de vuelo sin motor.
Por supuesto me queda mucho por mejorar y voy a
poner todo mi empeño en ello, pero por los menos soy piloto y esto no me lo
puede quitar nadie. Al final me ha costado cinco años pero lo conseguí. Debo
dejar claro que no lo hubiera conseguido sin la ayuda de mi entorno. Empezando
por mi mujer, que me ha acompañado a Ocaña cada vez que he ido yo, pasando frio
en invierno y calor en verano y aguantando horas y horas de espera con
paciencia infinita. También debo mucho a Elisabeth, a Gregorio y a Carlos que ya he mencionado arriba, así como a todo el personal del aeródromo de
Ocaña. Ha sido curioso ver cómo tanto los instructores, el instructor de
teórica, como las personas de administración y los pilotos de las remolcadoras
vivían mis desventuras casi como si fueran las suyas. Sacarme la licencia se
había convertido en objetivo de todos y cuando por fin lo conseguí, fue una
avalancha de felicitaciones y de sonrisas totalmente sinceras. Estas cosas se
perciben.
Solo me queda añadir que me he convertido en el
cuarto piloto con discapacidad de vuelo sin motor de España. ¿Te animas a ser
la quinta persona?
Si
un día vas por Ocaña y te encuentras un cincuentón bajito y con muletas, ese
soy yo. Estaré encantado de conocerte.
Lorenzo
Lorenzo
De parte del resto de los socios
de Las Sillas Voladoras, un fuerte abrazo Lorenzo.
Que orgullo de compañero y socio de Las Sillas Voladoras.... ENHORABUENA LORENZO.
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